Vaca Muerta y el fracking

El fracking en Vaca Muerta no ha ofrecido los resultados económicos esperados. Sin embargo, la actividad sigue sumando a la huella ambiental.

Pero lo que para el Gobierno de Argentina representa una oportunidad de crecimiento económico, acarrea al mismo tiempo un riesgo ambiental significativo a corto y largo plazo y entre los principales causantes está el método con el que se extraen los hidrocarburos, el fracking.

¿Qué es el fracking?

La fracturación hidráulica, o fracking como es conocida globalmente, es una técnica controversial y cuestionada por gobiernos, científicos y organizaciones ambientales en el mundo.

Extracción de petróleo y gas

Con respecto a Vaca Muerta, su objetivo es extraer el petróleo y gas de esquisto, atrapado en rocas a más de 3.000 metros de profundidad. Esto se realiza a través de la inyección de agua, arena y compuestos químicos a presión para generar fracturas en las rocas y permitir la salida de los hidrocarburos a la superficie.

Para su ejecución, se requieren 8 millones de litros de agua por pozo en promedio, que equivalen al consumo diario de alrededor de 65.000 personas.

¿Cómo impacta el fracking en Vaca Muerta a la economía argentina?

Las expectativas del Gobierno argentino con la explotación de producción de petróleo y gas no convencional para autoabastecerse están centradas en generar ahorros estimados en USD $5.600 millones, de los cuales $USD 1.172 millones son ahorro fiscal.

Argentina pretende no solo auto-satisfacer sus necesidades de energía internas y reducir las importaciones de 18.000 millones de metros cúbicos de gas a producción propia en un plazo de tres años. También, pretende convertirse en exportador de dichos combustibles fósiles y aumentar la producción a través del fracking para suplir estos hidrocarburos a otros países, incluyendo Chile.

Grandes de la industria, como Tecpetrol, Shell, ExxonMobil y Chevron, tienen operaciones en Vaca Muerta. Esto es clave ya que la industria requiere del capital de inversionistas extranjeros para maximizar las extracciones a través de más pozos.

Fracking: El sitio de Bandurria Sur en Vaca Muerta (Photo YPF)

Sin embargo, diferentes factores, como la pandemia por COVID-19 y la baja del precio del gas y del petróleo, han demostrado lo susceptible que es este mercado a la demanda. Es volátil lo que genera incertidumbre y pone en duda los beneficios económicos del fracking a largo plazo de los que el gobierno hace bandera.

¿Es viable el fracking para gas sin subsidios?

Al sinsabor por las altas sumas de dinero invertidos en Vaca Muerta en los últimos diez años sin las retribuciones esperadas, se suman las cifras de subsidios energéticos otorgados por el gobierno en 2020 para contrarrestar los impactos en la industria.

Entre 2016 y 2018, se otorgaron USD $3,6 billones en subsidios para petróleo y gas en Vaca Muerta y, en 2019, solo en los subsidios al gas hubo un incremento de más del 500 por ciento.

La situación pone en tela de juicio si más explotación de hidrocarburos no convencionales es el camino para potenciar la economía del país ante la sobreoferta mundial de gas y petróleo, la baja en los precios y la creciente transición mundial hacia energías renovables.

¿Cuál es el costo económico y ambiental de más pozos para fracking en Vaca Muerta?

La controversia por el método no convencional de extracción de gas y petróleo se debe al alto costo ambiental que la actividad acarrea. En primer lugar, está el alto riesgo de contaminación de reservas de agua potable en el subsuelo como ya ha ocurrido en Estados Unidos.

Esto se debe a que las grandes cantidades de agua requeridas para la extracción, que generan estrés hídrico nivel bajo-medio en Vaca Muerta, son altamente tóxicas al final del proceso y, en su mayoría, son inyectadas y selladas en pozos que ya no están siendo explotados.

Consecuencias por posibles filtraciones a largo plazo son todavía una incertidumbre. Así, la principal preocupación radica en que cualquier acto de negligencia por parte de las petroleras puede traducir en daños irreparables aún por verse.

¿Negligencia de la industria del fracking?

En 2020, Federico Ponce, ex-gerente general de la empresa de tratamiento de residuos Comarsa, le expresó al diario El País que relajar las normas medioambientales ha sido una forma de reducir costos en Vaca Muerta al “evitar el tratamiento de residuos peligrosos, depositándolos sin tratamiento directamente en rellenos de seguridad”.

En 2014, la empresa Indarsa fue multada luego del colapso de una pileta clandestina de residuos de hidrocarburos, ubicada a menos de un kilómetro de una área habitada. Así mismo, en 2019, en un allanamiento a un vertedero de la empresa Treater, el Jefe de la Fiscalía de Delitos Ambientales de Neuquén, Maximiliano Breide Obeid, denunció haber encontrado piletas desbordadas y residuos depositados sin el tratamiento exigido por la ley.

Hechos como estos son riesgosos si se tiene en cuenta que las aguas de recuperación del fracking contienen químicos que varían desde peligrosos, como el Ácido Fórmico, hasta altamente tóxicos y cancerígenos, como el Benceno.

Impacto visible e invisible del fracking en Vaca Muerta

En el proceso de fractura hidráulica y transporte del gas se filtra alrededor del tres por ciento del metano a la atmósfera y éste impacta 86 veces más que el CO2 al calentamiento global en un período de 20 años.

El fracking a su vez requiere grandes cantidades de energía para su ejecución y está asociado a riesgos sísmicos, lo que generó su suspensión en Reino Unido. Actualmente, la actividad es ilegal en países como Francia, Bulgaria, Alemania, Irlanda, Uruguay, Escocia, Holanda y algunos estados en los Estados Unidos como Vermont y Nueva York, entre otros.

Fortalecer la economía es una prioridad para el Gobierno argentino y en ello no hay error. Sin embargo, es importante replantear a través de qué medios; hacer fracking tiene un alto costo social y ambiental tanto en la zona de impacto directo como en el ambiente en general. El mundo hoy tiene la mirada puesta en la transición hacia energías renovables para la reducción de la huella de carbono y gases de efecto invernadero en la atmósfera y allí también hay oportunidades de crecimiento sostenible a las que valdría la pena apostarle.